Del Miedo

Nunca sentí miedo, al menos eso creía. Ahora sé que nunca lo reconocí.
Confundo su rostro, no logro visualizarlo en mi mente.
Sin embargo se donde encontrarlo, detrás de cada cobarde se oculta como un parásito, pasa desapercibido hasta que ha hecho su trabajo y luego se pierde dejándote en calma, pero con un enorme graffiti en tu frente que solo tu puedes ver por la mañana en el espejo.
Para él este juego carece de importancia – ¿acaso un rey se preocupa por un súbdito más o uno menos? – siempre encontrará a alguien para parasitarse.
Pero si bien no lo he sentido, si lo conozco. Esa sensación me turba - ¿que tengo de especial para que el miedo no me haya tocado siquiera un pelo? – mi pensamiento más lógico es creer que me encuentro lo más alejado posible de él, pero luego analizo la segunda opción que es la más aterradora.
Debo encontrarme tan cerca que soy imperceptible para él.
Tengo que relajarme pienso, tanto análisis no me esta haciendo muy bien, decido olvidarme un poco del asunto. Camino, respiro y de manera involuntaria me voy transformando en algo distinto, pero esta vez la conciencia no me abandona, no se porque esta vez es diferente. Estoy detrás de un chico, no se quien es pero esta aterrado, paralizado y una linda chica lo mira con cara de esperar algo. De pronto el niño se larga a correr y la deja sola, los ojos de la chica comienzan a lavarse ante mi presencia invisible y lentamente arrastra sus pasos quien sabe donde.